
DECLARACIÓN DE LA CÚPULA DE LOS PUEBLOS HACIA LA COP30
Nosotros, la Cumbre de los Pueblos, reunidos en Belém do Pará, en la Amazonía brasileña, del 12 al 16 de noviembre de 2025, declaramos a los pueblos del mundo lo que hemos acumulado en luchas, debates, estudios, intercambios de experiencias, actividades culturales y testimonios, a lo largo de varios meses de preparación y en estos días aquí reunidos.
Nuestro proceso ha reunido a más de 70 000 personas que integran movimientos locales, nacionales e internacionales de pueblos originarios y tradicionales, campesinos, indígenas, quilombolas, pescadores, recoletores, marisqueras, trabajadores de la ciudad, sindicalistas, población en situación de calle, quebradeiras de coco babaçu, pueblos de terreiro, mujeres, comunidad LGBTQIAPN+, jóvenes, afrodescendientes, personas mayores, pueblos de la selva, del campo, de las periferias, de los mares, ríos, lagos y manglares. Asumimos la tarea de construir un mundo justo y democrático, con buen vivir para todas y todos. Somos la unidad en la diversidad.
El avance de la extrema derecha, el fascismo y las guerras en todo el mundo agravan la crisis climática y la explotación de la naturaleza y los pueblos. Los países del norte global, las corporaciones transnacionales y las clases dominantes son los principales responsables de estas crisis. Saludamos la resistencia y nos solidarizamos con todos los pueblos que están siendo cruelmente atacados y amenazados por las fuerzas del imperio estadounidense, Israel y sus aliados europeos. Durante más de 80 años, el pueblo palestino ha sido víctima del genocidio perpetrado por el Estado sionista de Israel, que ha bombardeado la Franja de Gaza, desplazado por la fuerza a millones de personas y asesinado a decenas de miles de inocentes, en su mayoría niños, mujeres y ancianos. Repudiamos totalmente el genocidio perpetrado contra Palestina. Expresamos nuestro apoyo y solidaridad al pueblo que resiste valientemente, y al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS).
Al mismo tiempo, en el mar Caribe, Estados Unidos intensifica su presencia imperialista. Lo hace expandiendo operaciones conjuntas, acuerdos y bases militares, en connivencia con la extrema derecha, con el pretexto de combatir el narcotráfico y el terrorismo, como con la recién anunciada operación “Lanza del Sur”. El imperialismo sigue amenazando la soberanía de los pueblos, criminalizando los movimientos sociales y legitimando intervenciones que históricamente han servido a los intereses privados en la región. Nos solidarizamos con la resistencia de Venezuela, Cuba, Haití, Ecuador, Panamá, Colombia, El Salvador, la República Democrática del Congo, Mozambique, Nigeria, Sudán y con los proyectos de emancipación de los pueblos del Sahel, Nepal y de todo el mundo.
No hay vida sin naturaleza. No hay vida sin ética y sin el trabajo de cuidados. Por eso, el feminismo es parte central de nuestro proyecto político. Ponemos el trabajo de reproducción de la vida en el centro, y eso es lo que nos diferencia radicalmente de quienes quieren preservar la lógica y la dinámica de un sistema económico que prioriza el lucro y la acumulación privada de riqueza.
Nuestra visión del mundo está orientada por el internacionalismo popular, con intercambios de conocimientos y saberes que construyen lazos de solidaridad, lucha y cooperación entre nuestros pueblos. Las verdaderas soluciones se fortalecen con este intercambio de experiencias, desarrolladas en nuestros territorios y por muchas manos. Tenemos el compromiso de estimular, convocar y fortalecer estas construcciones. Por eso, saludamos el anuncio de la construcción del
Movimiento Internacional de Afectados y Afectadas por Presas, por los crímenes socioambientales y por la crisis climática.
Iniciamos nuestra Cumbre de los Pueblos navegando por los ríos de la Amazonía que, con sus aguas, nutren todo el cuerpo. Como la sangre, sostienen la vida y alimentan un mar de encuentros y esperanzas. Reconocemos también la presencia de los encantados y otros seres fundamentales en la cosmovisión de los pueblos originarios y tradicionales, cuya fuerza espiritual orienta caminos, protege territorios e inspira las luchas por la vida, por la memoria y por un mundo de buen vivir.
Después de más de dos años de construcción colectiva y de realizar la Cumbre de los Pueblos, afirmamos:
1. El modo de producción capitalista es la causa principal de la creciente crisis climática. Los principales problemas ambientales de nuestro tiempo son consecuencia de las relaciones de producción, circulación y desecho de mercancías, bajo la lógica y el dominio del capital financiero y las grandes corporaciones capitalistas.
2. Las comunidades periféricas son las más afectadas por los fenómenos climáticos extremos y el racismo ambiental. Por un lado, se enfrentan a la ausencia de políticas de infraestructura y adaptación. Por otro, a la falta de acciones de justicia y reparación, especialmente hacia las mujeres, los jóvenes, las personas empobrecidas y no blancas.
3. Las empresas transnacionales, en complicidad con los gobiernos del norte global, se encuentran en el centro del poder del sistema capitalista, racista y patriarcal, y son los actores que más causan y se benefician de las múltiples crisis a las que nos enfrentamos. Las industrias minera, energética, armamentística, agroindustrial y las grandes empresas tecnológicas son las principales responsables de la catástrofe climática que vivimos.
4. Nos oponemos a cualquier solución falsa a la crisis climática que perpetúe prácticas perjudiciales, cree riesgos impredecibles y desvíe la atención de las soluciones transformadoras y basadas en la justicia climática y de los pueblos, en todos los biomas y ecosistemas. Advertimos que el TFFF, al ser un programa financiarizado, no es una respuesta adecuada. Todos los proyectos financieros deben estar sujetos a criterios de transparencia, acceso democrático, participación y beneficio real para las poblaciones afectadas.
5. El fracaso del actual modelo de multilateralismo es evidente. Los delitos medioambientales y los fenómenos climáticos extremos que causan muertes y destrucción son cada vez más frecuentes. Esto demuestra el fracaso de las innumerables conferencias y reuniones mundiales que prometieron resolver estos problemas, pero nunca abordaron sus causas estructurales.
6. La transición energética se está llevando a cabo bajo la lógica capitalista. A pesar de la expansión de las fuentes renovables, no se ha producido una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La expansión de las fuentes de producción energética ha acabado configurándose también como un nuevo espacio de acumulación de capital.
7. Por último, afirmamos que la privatización, mercantilización y financiarización de los bienes comunes y los servicios públicos contradicen frontalmente los intereses populares. En este contexto, las leyes, las instituciones estatales y la inmensa mayoría de los gobiernos han sido capturados, moldeados y subordinados a la búsqueda del máximo beneficio por parte del capital financiero y las empresas transnacionales. Se necesitan políticas públicas para avanzar en la recuperación de los Estados y hacer frente a las privatizaciones.
Ante estos desafíos, proponemos:
1. Hacer frente a las falsas soluciones del mercado. El aire, los bosques, las aguas, las tierras, los minerales y las fuentes de energía no pueden seguir siendo propiedad privada ni ser apropiados, porque son bienes comunes de los pueblos.
2. Exigimos la participación y el protagonismo de los pueblos en la construcción de soluciones climáticas, reconociendo los conocimientos ancestrales. La multidiversidad de culturas y cosmovisiones conlleva sabiduría y conocimientos ancestrales que los Estados deben reconocer como referencias para las soluciones a las múltiples crisis que asolan a la humanidad y a la Madre Naturaleza.
3. Exigimos la demarcación y protección de las tierras y territorios indígenas y de otros pueblos y comunidades locales, ya que son ellos quienes garantizan la vida del bosque. Exigimos a
los gobiernos la deforestación cero, el fin de las quemas criminales y políticas estatales para la restauración ecológica y la recuperación de las áreas degradadas y afectadas por la crisis climática.
4. Reivindicamos la realización de la reforma agraria popular y el fomento de la agroecología, para garantizar la soberanía alimentaria y combatir la concentración de la propiedad de la tierra. Los pueblos producen alimentos saludables, con el fin de eliminar el hambre en el mundo, basándose en la cooperación y el acceso a
técnicas y tecnologías de control popular. Este es un ejemplo de una solución real para combatir la crisis climática.
5. Exigimos la lucha contra el racismo ambiental y la construcción de ciudades justas y periferias vivas mediante la implementación de políticas y soluciones ambientales. Los programas de vivienda, saneamiento, acceso y uso del agua, tratamiento de residuos sólidos, arbolado y acceso a la tierra y regularización de la propiedad deben considerar la integración con la naturaleza. Queremos que se invierta en políticas de transporte público, colectivo y de calidad, con tarifas cero. Estas son alternativas reales para hacer frente a la crisis climática en los territorios periféricos de todo el mundo, que deben implementarse con la financiación adecuada para la adaptación climática.
6. Defendemos la consulta directa, la participación y la gestión popular de las políticas climáticas en las ciudades, para hacer frente a las corporaciones del sector inmobiliario que han avanzado en la mercantilización de la vida urbana. La ciudad de la transición climática y energética debe ser una ciudad sin segregación y que acoja la diversidad. Por último, condicionar la financiación climática a protocolos que apuesten por la permanencia en la vivienda y, en última instancia, a una indemnización justa para las personas y comunidades con garantía de tierra y vivienda, tanto en el campo como en las ciudades.
7. Exigimos el fin de las guerras y la desmilitarización. Que todos los recursos financieros destinados a las guerras y a la industria bélica se reviertan para la transformación de este mundo. Que los gastos militares se destinen a la reparación y recuperación de las regiones afectadas por desastres climáticos. Que se tomen todas las medidas necesarias para impedir y presionar a Israel, responsabilizándolo del genocidio cometido contra el pueblo palestino.
8. Exigimos la reparación justa y plena de las pérdidas y daños impuestos a los pueblos por los proyectos de inversión destructivos, las presas, la minería, la extracción de combustibles fósiles y los desastres climáticos. También exigimos que sean juzgados y castigados los culpables de los delitos económicos y socioambientales que afectan a millones de comunidades y familias en todo el mundo.
9. Las tareas relacionadas con la reproducción de la vida deben ser visibles, valoradas, comprendidas como lo que son —trabajo— y compartidas por toda la sociedad y el Estado. Son esenciales para la continuidad de la vida humana y no humana en el planeta. Esto también garantiza la autonomía de las mujeres, que no pueden ser responsabilizadas individualmente por el cuidado, sino que deben ser reconocidas por sus contribuciones: nuestro trabajo sustenta la economía. Queremos un mundo con justicia feminista, autonomía y participación de las mujeres.
10. Exigimos una transición justa, soberana y popular, que garantice los derechos de todos los trabajadores y trabajadoras, así como el derecho a condiciones de trabajo dignas, libertad sindical, negociación colectiva y protección social. Consideramos la energía como un bien común y defendemos la superación de la pobreza y la dependencia energética. Tanto el modelo energético como la propia transición no pueden violar la soberanía de ningún país del mundo.
11. Exigimos el fin de la explotación de los combustibles fósiles y hacemos un llamamiento a los gobiernos para que desarrollen mecanismos que garanticen la no proliferación de los combustibles fósiles, con miras a una transición energética justa, popular e inclusiva con soberanía, protección y reparación de los territorios. En particular en la Amazonía y otras regiones sensibles y esenciales para la vida en el planeta.
12. Luchamos por la financiación pública y la tributación de las empresas y los más ricos. Los costos de la degradación ambiental y las pérdidas impuestas a las poblaciones deben ser pagados por los sectores que más se benefician de este modelo. Esto incluye fondos financieros, bancos y empresas de la agroindustria, la hidroindustria, la acuicultura y la pesca industrial, la energía y la minería. Estos actores también deben asumir las inversiones necesarias para una transición justa y orientada a las necesidades de los pueblos.
13. Exigimos que la financiación climática internacional no pase por instituciones que profundizan la desigualdad entre el Norte y el Sur, como el FMI y el Banco Mundial. Debe estructurarse de manera justa, transparente y democrática. No son los pueblos y países del Sur global los que deben seguir pagando las deudas a las potencias dominantes. Son estos países y sus corporaciones los que deben empezar a saldar la deuda socioambiental acumulada durante
siglos de
prácticas imperialistas, colonialistas y racistas, por la apropiación de bienes comunes y por la violencia impuesta a millones de personas muertas y esclavizadas.
14. Denunciamos la continua criminalización de los movimientos, la persecución, el asesinato y la desaparición de nuestros líderes que luchan en defensa de sus territorios, así como a los presos políticos y palestinos que luchan por la liberación nacional. Reivindicamos la ampliación de la protección de los defensores y defensoras de los derechos humanos y socioambientales en la agenda climática global, en el marco del Acuerdo de Escazú y otras normativas regionales. Cuando un defensor protege el territorio y la naturaleza, no solo protege a un individuo, sino a todo un pueblo y beneficia a toda la comunidad global.
15. Reivindicamos el fortalecimiento de los instrumentos internacionales que defienden los derechos de los pueblos, sus derechos consuetudinarios y la integridad de los ecosistemas. Necesitamos un instrumento internacional jurídicamente vinculante en materia de derechos humanos y empresas transnacionales, que se construya a partir de la realidad concreta de las luchas de las comunidades afectadas por las violaciones cometidas, exigiendo derechos para los pueblos y reglas para las empresas. Afirmamos además que la Declaración sobre los Derechos de los Campesinos y Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP) debe ser uno de los pilares de la gobernanza climática. La plena implementación de los derechos campesinos devuelve a la gente a sus territorios, contribuye directamente a su alimentación, al cuidado del suelo y al enfriamiento del planeta.
Por último, creemos que es hora de unir nuestras fuerzas y enfrentarnos al enemigo común. Si la organización es fuerte, la lucha es fuerte. Por esta razón, nuestra principal tarea política es la labor de organización de los pueblos en todos los países y continentes. Vamos a arraigar nuestro internacionalismo en cada territorio y convertir cada territorio en una trinchera de la lucha internacional. Es hora de avanzar de manera más organizada, independiente y unificada, para aumentar nuestra conciencia, fuerza y combatividad. Este es el camino para resistir y vencer.
Pueblos del mundo: uníos.