La Cumbre de los Pueblos rumbo a la COP 30 se prepara para llevar a cabo sus actividades del 12 al 16 de noviembre en Belém (PA), una ciudad amazónica del norte de Brasil, de manera paralela a la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. El 15 de noviembre se dedicará a una acción de movilización global. Se espera reunir a alrededor de 15.000 personas en un espacio autónomo que discutirá medidas para enfrentar la crisis climática desde la perspectiva de los pueblos tradicionales, movimientos sociales y organizaciones con trayectoria histórica en la convivencia con los diversos biomas de Brasil.
Como parte de la agenda de movilización, la primera semana de febrero se dedicó a una serie de reuniones en Río de Janeiro, con la participación de líderes sociales y ambientales de 16 países, incluyendo Francia, Filipinas, Kenia, Sudáfrica, Togo y Ecuador. Estos encuentros definieron la dirección de la incidencia internacional, un calendario común de discusiones para los próximos meses y la construcción de la programación conjunta de la Cumbre.
“Logramos avanzar significativamente tanto en nuestra organización como en la discusión de nuestras prioridades: en el ámbito rural, los bosques y también en las ciudades y periferias, que son las más afectadas por el cambio climático. Es desde estos territorios que queremos construir soluciones para nuestro país y para nuestro planeta”, explica Julia Nascimento, coordinadora del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST).
A través de la Cumbre de los Pueblos, Brasil retoma su historial de recibir grandes encuentros internacionales y jefes de Estado como parte de los procesos de movilización protagonizados por la sociedad civil, como el Foro Global durante la Eco 92, la Cumbre de los Pueblos durante Río+20 en 2012, los Foros Sociales y la Cumbre de los Pueblos frente al G20 en 2023.
Alrededor de 546 organizaciones brasileñas e internacionales ya han firmado el Manifiesto de la Cumbre de los Pueblos. El objetivo es fortalecer aún más la lucha mediante la intensificación de la articulación y de las discusiones en los próximos meses, respaldando las agendas de los movimientos sociales y organizaciones vinculadas a temas climáticos, así como las causas históricas de reivindicación.
Para Thuane Nascimento, conocida como Thux, de Perifa Connection y la Coalición Negra por Derechos, esta articulación será fundamental para impulsar la actuación de la sociedad civil desde Brasil. “La Cumbre será un espacio muy importante para movilizar la lucha social en Brasil, no solo de los movimientos climáticos, sino de toda la lucha de todo el pueblo brasileño”, observa.
“La Cumbre tiene importancia para todo el pueblo brasileño. Primero, porque permite popularizar un espacio que está tan alejado y elitizado en nuestro día a día—la COP—y que no debería ser así, ya que todos los temas debatidos en las Conferencias de las Partes sobre Cambio Climático afectan directamente nuestra vida cotidiana, ya sea por el calor extremo o por las inundaciones”, detalla.
Eduardo Giesen, coordinador para América Latina y el Caribe de Demand Climate Justice (DCJ) desde Chile, señala que las discusiones deben fomentar la unidad en la búsqueda de acciones efectivas. “Muchas veces nos quedamos solo en la resistencia frente al fascismo, el cambio climático y las falsas soluciones. Debemos ser capaces de entregar herramientas, mostrar unidad y construir convergencia para un cambio posible”, afirma.
Diálogo con el Gobierno Federal
Durante la agenda en Río, uno de los puntos clave discutidos fue el diálogo con el gobierno federal, responsable de presidir y organizar la Conferencia. “Es muy importante que señalemos al gobierno federal, a la comisión de la COP 30 y a la propia UNFCCC el diálogo que queremos como sociedad civil, no solo desde Brasil sino a nivel mundial. Una participación efectiva”, explica Alana Manchineri, de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB).
Francisco Kelvim, de la coordinación nacional del Movimiento de Afectados por Represas (MAB), agrega que este diálogo se da desde una perspectiva de respeto pero con independencia. “La Cumbre es un espacio autónomo que surge de la insurgencia y de la demanda por ser escuchados y considerados en la toma de decisiones, no solo sobre clima. La principal forma de presionar por esto es a través de la movilización, y esta será nuestra apuesta”, afirma.